Sonrisa perdida
Tras dos días seguidos en esta tienda, se escurren lentamente las horas, los minutos y los segundos como las gotas de sudor que recorren mi cuerpo cansado. Hace muchos años ya pero recuerdo como si fuera ayer, cuando corría y jugaba con mis hermanos, libre, entre los extensos arrozales de Zhejiang.
Ahora, en España, vivo sometida a una esclavitud perpetua, pero haré lo necesario por ayudar a mi familia, para liberarles de esta deuda eterna. Para que los de la mafia nos dejen tranquilos.
Me cuesta acostumbrarme a los españoles, porque su carácter es muy distinto al nuestro. Ellos parecen no pensar nunca en el futuro, sobre todo los jóvenes, que van siempre buscando alcohol para confundir sus cabezas. No parecen tener responsabilidades, no veo ningún esfuerzo en su actitud. Pero a mi eso me da igual. Yo solo quiero salvar a mi familia.
Ahora, entran dos chicos a la tienda y empiezan a robar. Aunque me duela, no puedo denunciarles. No tengo papeles. Después de coger una botella de cerveza, se acercan y empiezan a gritarme palabras que no entiendo. Señalan la caja. Agito la cabeza, no perderé más dinero por culpa de los ladrones. Uno de ellos mete la mano en la chaqueta y de ella asoma un tubo negro, oscuro como la boca de un lobo. Oigo un ruido ensordecedor...y mi mirada se tiñe de rojo. Al fin soy libre de nuevo, he vuelto a encontrar mi sonrisa, aquella que dejé perdida, entre los charcos de arroz de mi amado Zhejiang.
FIN
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