El sueño fatuo de la Democracia

Quizás suene apocalíptico pero tras la espectacular irrupción de Wikileaks dirigida por el archienemigo de América, Assange, puede decirse sin duda que estamos en un histórico punto de inflexión de la era de la Democracia.

Ni que decir tiene que Assange, periodista y activista también ha marcado un hito en la Historia del Periodismo, y en mi humilde opinión, es un modelo a seguir, pues busca la revelación de la auténtica verdad, pese a cualquier riesgo que se le oponga. Otro de los factores por el cual la aparición de este hombre es tan decisiva en el devenir de nuestra sociedad tal y como la conocemos. Las piezas de este tablero de ajedrez ya están en juego, y el resultado puede dar una sociedad más amordazada en su derecho a la libertad de expresión y engañada mediáticamente, o el comienzo de una era de auténtica transparencia, al menos, mayor de la que había hasta ahora. Por otra parte, es cierto que se ha causado un daño irreparable a EEUU pero necesario, por el grado de endiosamiento que había alcanzado el Estado norteamericano.

Esta es la primera punta de lanza, al menos la más fuerte, que se enfrenta a la hipocresía política y mediática, en definitiva, a ese club de palmeros de la Democracia que hace siglos perdió su esencia. Incluso me atrevería a decir que Wikileaks supone el comienzo del fin, y el primer paso de la era pos-democrática, donde ya nadie se traga ese cuento centenario de la soberanía popular, en la que supuestamente los votos de todos cuentan, y está en nuestra mano elegir al líder, pues realmente son ellos los que ponen a dedo a los líderes, y luego entre todos los miembros elegidos por ellos, salen las opciones que nosotros supuestamente elegimos para que sigan manteniendo su status quo, un venenoso cóctel de riqueza, poder y falsedad.

Y como no podía ser de otra forma, tenía que ser de mano de uno de los inventos más revolucionarios de la Historia, Internet, de donde provino el cambio, concretamente de Assange, todo su equipo de Wikileaks y ahora, la verdadera soberanía popular, manifestada a través de internet mediante el movimiento Anonymous da su
respuesta al aparato represivo oficioso y gubernamental.

Pero no nos llamemos a engaño, el sistema es complejo, injusto y muy poderoso todavía como para cambiar, y será necesario mucho más que una revelación de secretos diplomáticos a nivel internacional para poner en entredicho los métodos sibilinos utilizados por la diplomacia internacional, que probablemente, y pese a las previsiones seguirá enmascaradose tras esa sonrisa gélida y superficial que blande una carta de derechos humanos bienintencionada, pero mucho más utópica de lo que debería ser.

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