La espada de Da-móu-cles
"Mis segundas temporadas son siempre las mejores"
Este mantra que repite Mourinho con fruición es un arma de doble filo. Por una parte, le sirve para contemporizar los éxitos y prolongar la espera de que sus equipos lleguen hasta lo más alto en el segundo año, tal como ha sucedido hasta ahora.
Pero como el mismo dice, el fútbol no es una ciencia exacta y con su frase crea unas expectativas que serían como un espejismo en el desierto de trofeos de los aficionados madridistas.
Sí, es una frase útil, motivante, porque marca una fecha asequible para que los jugadores puedan conseguir sus metas; pero también puede servir para que Mou cave propia tumba en un momento dado si, por cualquier avatar del destino, no consigue sus objetivos.
Además sirve como arma arrojadiza para sus rivales dentro y fuera del campo, y hasta, si se tercia, para marcarse unos chistes en la barra de cualquier bar catalino o ser objeto de jocosidad en las redacciones de la caverna mediática nacionalista.
Es por eso que le veo más inconvenientes que ventajas a esta oración del idolatrado Mou, porque a la postre, los creyentes madridistas pueden acabar queriendo cargarse a su Dios. Y como ya predijo cierto alemán, de cuyo nombre no quiero acordarme, Dios ha muerto.
Veamos pues, si es verdad.
Este mantra que repite Mourinho con fruición es un arma de doble filo. Por una parte, le sirve para contemporizar los éxitos y prolongar la espera de que sus equipos lleguen hasta lo más alto en el segundo año, tal como ha sucedido hasta ahora.
Pero como el mismo dice, el fútbol no es una ciencia exacta y con su frase crea unas expectativas que serían como un espejismo en el desierto de trofeos de los aficionados madridistas.
Sí, es una frase útil, motivante, porque marca una fecha asequible para que los jugadores puedan conseguir sus metas; pero también puede servir para que Mou cave propia tumba en un momento dado si, por cualquier avatar del destino, no consigue sus objetivos.
Además sirve como arma arrojadiza para sus rivales dentro y fuera del campo, y hasta, si se tercia, para marcarse unos chistes en la barra de cualquier bar catalino o ser objeto de jocosidad en las redacciones de la caverna mediática nacionalista.
Es por eso que le veo más inconvenientes que ventajas a esta oración del idolatrado Mou, porque a la postre, los creyentes madridistas pueden acabar queriendo cargarse a su Dios. Y como ya predijo cierto alemán, de cuyo nombre no quiero acordarme, Dios ha muerto.
Veamos pues, si es verdad.
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