Velero
El problema de tener un velero es que tienes que tener muy claro dónde diriges el timón. A veces el viento soplará fuerte, y te llevará rápido. Otras veces soplará como una tempestad y te hará tragar agua salada hasta caerte al océano. Con suerte, aparecerás al día siguiente, en una orilla, tosiendo y recuperándote para empezar en la casilla de salida, sin tener ni idea de donde estás y al menos podrás dar las gracias de seguir vivo y continuar la aventura. Quizás el miedo te deje paralizado y no quieras volver a navegar. En otras ocasiones el viento no soplará, pero el mar, tranquilo, mortífero y caluroso, te irá aplastando a través de la rutina de los días, si no tomas decisiones que te saquen de ese peligro mortal que es el mar en calma. A veces dará tiempo a bañarte, disfrutar, contemplar el paisaje y quien sabe, quizá te contentes con eso y no necesites más. Otras veces, en cambio, necesitarás avanzar para sentir que no estás gastando los días de tu vida en un paraíso sin desti...